Vivienda de emergencia: Parche o solución

Las viviendas de emergencia en el país como respuesta ante situaciones de catástrofe
datan desde 1939 con el terremoto de Chillan (Lawner, 2010 en Saffery y Baixas 2013).


A partir de entonces este tipo de construcciones son conocidas como “mediaguas”, es
decir, viviendas construidas con madera, con una superficie de 6×3 mts y concebidas
como soluciones transitorias para familias afectadas por desastres naturales.


¿Pero qué pasa luego con estos grupos familiares que se ven desplazados de sus
hogares? ¿Qué tan óptimas son las condiciones de vida dentro de estas viviendas de
escasas dimensiones que normalmente albergan entre 4 y 6 personas?


El primer inconveniente que surge con este tipo de respuestas gubernamentales ante la
emergencia, es que son viviendas con sistemas constructivos básicos sin un diseño
optimizado para albergar a grupos familiares numerosos y que no garantizan las
condiciones mínimas de temperie, seguridad e higiene, por lo tanto, una vez
solucionada la emergencia inmediata de vivienda, dichas familias enfrentan otras
situaciones que comprometen su confort y calidad de vida. Es así como al final del día,
el parche que subsana una carencia termina convirtiéndose en un problema social de
mayor envergadura.


Uno de los factores que deberían considerarse al momento de proponer una vivienda
de emergencia son los materiales constructivos, estos deben estar adecuados al clima
y ser estructuralmente resistentes. Tradicionalmente las viviendas de emergencia están
hechas de madera y este material si no es sometido a procesos de impermeabilización,
se deteriora rápida y progresivamente.


Otro factor a considerar, es que las viviendas de emergencia tienen que ser estructuras
de montaje rápido pero no por esto deben descuidar aspectos como la calidad y
perdurabilidad, ya que la realidad del país obliga a las familias que habitan estos
hogares a permanecer en ellas por períodos prolongados.


Desde nuestra experiencia, podemos concluir que una vivienda de emergencia, pese a
su condición de transitoriedad, debe considerar la calidad de sus materiales, un diseño
que tome en cuenta la distribución interna de los espacios, pensada para ser habitada
por grupos familiares entre 4 y 6 personas y por último, que tome en cuenta la
importancia de ofrecer seguridad y confort.


El gran desafío de esta conclusión técnica es lograr una calidad de habitabilidad
aceptable, con una solución que sea de rápido suministro y a un costo financiable tanto
para el mundo público como privado.


En Eterna Lab estamos trabajando a diario para lograr conquistar este gran desafío.